sábado, 10 de abril de 2010

Tactica y estrategia

Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros

para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.


Mario Benedetti.

El educador en el mundo postmoderno

EL EDUCADOR EN EL MUNDO POSTMODERNO

La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar."-Eduardo Galeano

El siglo XXI nos ha sorprendido con un mundo que cambia tan aceleradamente que ninguna institución social ha sido capaz de prepararse para estas aceleradas transformaciones. La educación de nuestro país no puede desmarcarse de esta corriente. El inicio del siglo ha encontrado un sistema educativo postrado entre la deserción escolar, la reprobación, una corrupción asfixiante, un sindicato mercenario, un proceso de desprofesionalización de los docentes y una mirada lacerante de la sociedad ante los incumplimientos de los objetivos de la calidad.
Basta con mirar los resultados de las evaluaciones de ENLACE y PISA, así como de las encuestas de tolerancia para darnos cuenta de que algo no anda bien. Los educadores atribuyen, en alguna medida, este fracaso a los fenómenos sociales que suceden alrededor de los alumnos; las familias separadas, los divorcios, la violencia, la falta de interés de los padres y alumnos en la educación, quejándose amargamente de que así no deberían ser las cosas. Sin embargo, cabe aquí una precisión, estos cambios sociales son consecuencia de un fenómeno reversible, o son cambios que llegaron para quedarse. He aquí el meollo del presente trabajo, analizar el que debe ser el papel del educador ante este mundo sin esperanzas. Partiendo de una reflexión personal me he propuesto sumergirme abruptamente en la reflexión de este hecho.
En 1993, un autor alemán, Habermas expuso la idea de que estas transformaciones sociales son consecuencia de un cambio de sino en la visión humana, de los anuncios del fin del modernismo, en opinión de este autor, este proyecto inacabado tiene una crisis, la cual experimentamos los demás mortales como esta revolución social. Debemos explicar que por modernismo entendemos esta visión humana de confianza ilimitada en que la ciencia y el progreso técnico le darían a la sociedad el alcance de la utopía del progreso social. Tres siglos han pasado desde que los primeros modernistas elaboraran esta visión del mundo. El balance es desolador, el mundo agoniza por la contaminación, las guerras y luchas no se han detenido, el poder económico se concentra en manos de unos cuantos, los seres humanos son cada vez más ajenos de lo humano, vivimos encadenados a los medios de comunicación. Es decir, muerto el ideal del modernismo, ha surgido de sus cenizas otro paradigma social aun naciente, el post modernismo, y es este proceso de descomposición de las instituciones modernistas, la desinstitucionalización que atinadamente menciona Alan Touraine (2001:45), la culpable de estos fenómenos sociales que tanto aquejan al docente.
Por post modernismo se pueden entender muchas cosas, sin embargo, al menos podemos coincidir en algunas, en este mundo de la globalización y de las necesidades creadas por la publicidad existe una tendencia al desencanto, al consumo desenfrenado, a la creencia ciega en los medios de comunicación y la desaparición del libre albedrio; el papel del docente tiende a ser desacreditado, incapaz de contrarrestar el vendaval de información televisiva y de reto a los valores que el impulsa, en este mundo del ahora, del solo por hoy, la educación y el educador tradicional parecen estar fuera de lugar.
No podemos negar la necesidad de fomentar competencias que le permitan a los sujetos funcionar en su entorno social, y en su entorno laboral, las competencias referidas al análisis de la información, a la capacidad de aprender por si mismos y demás competencias ya enunciadas por Delors, (1997:111), en otros momentos; sin embargo mi mas grande preocupación no se refiere a esta instrucción, sino a la educación del ser humano ético, de este saber ser y saber convivir, de enseñar a este hombre totalmente solo en medio de la multitud.
Quizá la pregunta mas importante será entonces como educar, no instruir, a este sujeto narcisista, liberado de los ideales modernistas, de la libertad e igualdad. ¿Como educar a este sujeto despojado de su identidad y tentado por el etnocentrismo? No creo que haya respuestas fáciles a esta pregunta, quizá, no haya una respuesta, sino respuestas a tales cuestionamientos, algunas de las que se me ocurren son las siguientes:
1.- Fomentar el análisis crítico de los contenidos que aparecen en los medios masivos de comunicación, procurando con ello el entendimiento del entorno por parte de los alumnos.
2.- Procurar el respeto por la diversidad humana y la búsqueda de las esencia humana en todas las diversidades culturales, la búsqueda de la humanidad de los humanos.
3.- Impulsar la creación de puentes de comunicación y entendimiento entre seres humanos, que le permitan avanzar como ciudadano de una comunidad y crear los acuerdos para la convivencia armónica. Que le permitan establecer relaciones con otros humanos en vivo y de carne y hueso, que le permitan superar el aislamiento del chat o de los mensajes de texto.
4.- Impulsar el desarrollo del juicio ético personal y responsable, que sirva de freno y de límite personal, para este mundo sin fronteras.
5.- Debe centrarse en el individuo, en buscar en cada ser, ese toque de singularidad y aptitud que nos permita explotar las potencialidades individuales.
No obstante, las respuestas enunciadas tiene un terrible problema, el docente que las lleve a cabo debe ser capaz de vislumbrar estos cambios sociales y entenderlos, debe tener la presencia de animo para resistirse a la corriente de lo cómodo, debe procurar ser un ejemplo para sus alumnos, en suma un ser humano impulsado por la utopía del mejoramiento humano. He aquí la pregunta clave, ¿podemos esperar que exista un ser así en este mundo del yo y del hedonismo? No existe una repuesta sencilla, quizá no existe este ser, quizá solo encontremos algunos docentes fieles a la visión primaveral de Vasconcelos, quizá todo docente es un agente de cambio en potencia. La respuesta que se me ocurre es que podemos encontrar a este docente en cualquier profesor que se cuestiona seriamente sobre su practica profesional, que se analiza frecuentemente para verificar si ha alcanzado sus objetivos, que intenta adaptarse al estilo de sus alumnos, que innova constantemente para alcanzar el desarrollo de competencias, que se preocupa por el aprendizaje de sus alumnos y se ocupa de hacer lo que tiene al alcance de la mano. Quizá a este docente no es difícil encontrarlo. Lo único seguro es que no lo encontraremos en las filas de comisionados del SNTE, ni entre los encargados de los despachos de la SEP, quizás solo podemos abrigar la esperanza de encontrarlo o de lo contrario abandonarnos a la desesperanza del post modernismo. Quiero pensar que podemos encontrar las semillas de el en cualquier maestro que este orgulloso de servir.

REFERENCIAS DOCUMENTALES
1.- Delors, Jacques (1997). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la comisión internacional sobre educación para el siglo XXI.
2.- Habermas, Jurgen (1993). La modernidad un proyecto incompleto.
3.- Touraine, Alain (2001). ¿Podremos vivir juntos? Fondo de Cultura Económica. Mexico D. F.